martes, 20 de diciembre de 2011

Cuenca


Cuando viajé por primera vez a Cuenca, quise plasmar el halo poético que tenía el conjunto de su arquitectura y geografía.

Cuenca está sin estar, sobre el río invisible, colgada del ensueño polvoriento.

Mientras las aguas lloran, Cuenca recuerda tiempos de llama genial, y sigue esperando. Pero ya pasó demasiado tiempo, y nadie vino.

Está sin avisar y golpea de pronto. Acoge con desgana, como sin necesidad y sin adorno; porque está llena de sí misma, y tan sola...

Las casas no apelan al visitante ni le saludan a su paso. Aún esperan, y su languidez no permite decoros.

En el parque hay unos bancos antiguos y un columpio que aún se mueve. Las ventanas están cerradas.

A la vieja dama Cuenca, alguien la amó hasta el infinito. La gloria, una vez, traspasó sus calles; había luz en los muros, en el puente, en el aire. Cuando el amante se fue, dejó las casas colgadas, las luces colgadas, los balcones dilatándose hacia el vacío. Como no consiguieron saltar, quedaron al borde del precipicio. Las piedras se deformaron de ansia; era muy triste dejar de flotar de pronto. Una iglesia se desmandó y se cubrió de hiedra; los jardines aullaban de noche, y el río, que sonreía arropado de madreselvas, comenzó a llorar.

Hasta las flores, que giraban en el aire bajo las estrellas, perdieron el alma.

Cuando la luz se durmió, el viento barrió los caminos, agitando las hojas huecas y los carteles rotos.

La esencia encontró refugio en el interior. Allí, en alguna parte entre los senderos de tierra, la catedral, y las fachadas de colores.

El cielo apagó su brillo para acompañar a la tierra. Hubo una catarsis. Ahora, en la catedral, vuelan las palomas, mientras un sacerdote sueña la misa etérea.

Y ¿es real? No lo sé. La miel está buena. Aún quedan sitios para comer frente a los paseos, insólitamente inclinados, que regalan vistas al valle verde. Está sembrado de arbustos, de lagos, de piedra. A la derecha, una casa, que posiblemente no tenga techo, reposa arbolada en la ladera sin nombre. No tiene mucho sentido.

Quizá esté esperando tenerlo. Quizá espera que vuelva... al mundo.

Una verja rota abre paso al jardín de los poetas, en donde no hay hierba ni versos. Ya no. Una estatua lee en el parque. La pastora derruida finge que lava ropa en el centro de una plaza desplazada.

Hay una chica que ve sin ver, un río que pasa sin pasar, un sordo que oye y canta; un parque que espera, piedras que flotan, casas sin puerta, carteles que llevan a ninguna parte.

En la plaza había un millón de personas... que no estaban allí.

¿Es real? No sé si Cuenca quiere.

Es la razón invertida.

Las escaleras terminan en algún punto del infinito; tal vez porque los carteles anuncian bares que no existen. A veces una escalinata baja hacia el cielo, y las gotas de lluvia no mojan. A lo mejor las pintó Dalí junto a las aceras, como la cúpula que se eleva imposible, trémula, en la neblina nocturna.

Para seguir viviendo, el río hace ruido. Para vivir, aún en languidez, las sábanas se agitan en los ocasos.

La luna en Cuenca es como un globo onírico.

Los parques aguardan, de pié, el delirio de media noche.

Y, al retumbar el trueno del viento, se mecen las hadas.

¿Es real?

No lo sé; está ensimismada. Y tampoco quiere pensar ahora en eso.


Autora: Izara Batres

martes, 6 de diciembre de 2011

Un castillo con vistas

La casa de mis padres donde he vivido durante mi infancia y mi adolescencia, está en un pueblecito (cada día menos pueblecito) de la Cataluña interior, donde hay un pequeño altiplano con una iglesia y una torre de vigía en lo alto. En la antigüedad este era el punto desde el que se vigilaba todo el pueblo para protegerlo de los ataques contra las tierras de los señores de los alrededores.
Hoy en día la torre del vigía está en ruinas y la ermita está cerrada al público y no se puede entrar, pero por suerte todavía se puede subir hasta lo alto donde me gusta sentarme en el banco de piedra que hay en el borde y observar el paisaje desde allí.



El mejor momento para sentarse allí y observar el paisaje es al atardecer, cuando se pone el sol y los contrastes de colores son de lo más espectaculares, con el pueblo a tus pies y las montañas al fondo. Por suerte no suele subir mucha gente por allí y se está la mar de tranquilo.



Autor: Rubén Gómez García

Casa de Campo



Para una madrileña como yo, hablar de la Casa de Campo resulta casi imposible. Demasiados recuerdos vienen a la mente. Se la conoce como uno de los pulmones de la ciudad, como un sitio para disfrutar en familia. Mucho se ha dicho sobre este paraje natural. Sin duda, es un lugar emblemático, visitado por madrileños y turistas pero, para mí, igual que para muchos de vosotros es, sencillamente, un lugar para relajarse y separarse del mundanal ruido, de las preocupaciones y de las prisas diarias. Tan lejos y tan cerca se encuentra este pequeño paraíso. En esta panorámica, la ciudad, en el fondo, potencia la tranquilidad que yo encuentro en este bosque madrileño en un día de cielos despejados en que me encontraba remando en el centro del estanque.

Autora: Laura Arroyo Martínez

domingo, 4 de diciembre de 2011

Bienvenidos

Paraísos Personales

y otros lugares mágicos


Paraísos personales quiere ser un lugar donde poder conocer y dar la oportunidad de publicar y comentar aquellos lugares que para cada uno de nosotros es un paraíso personal. Aquellos lugares que nos recuerdan la infancia, nos permiten desconectar del estrés de la ciudad, o simplemente aquel lugar que recordamos de una forma muy especial o al que deseamos poder ir algún día. Esos son paraísos personales que puedes encontrar o mostrar en esta página.

Este no quiere ser un blog al uso, no va a ser un blog donde solo una persona publica sus lugares y los demás comentan. Os ofrezco la oportunidad de publicar esos lugares especiales para vosotros ya sea simplemente para darlos a conocer o para recomendarlos a los lectores de esta página. Me gustaría que toda aquella persona que desee publicar alguno de sus paraísos se ponga en cantacto conmigo para darle acceso debido a las limitaciones que tiene el entorno en que está creada esta página.

Para todos aquellos que ya esteis leyendo esto, gracias de antemano por vuestro tiempo y os invito sinceramente a participar y a compartir con todos sus experiencias y opiniones.

Un cordial saludo para todos,

Para todos aquellos que quieran contactar conmigo, que me escriban a la aquí